Las muertes por armas de fuego también son un problema generado por la cultura social e histórica del país

La madrugada del 15 de mayo en la Colonia Hacienda Las Margaritas, en Apodaca, un asesinato y suicido despertó a los vecinos del lugar. Un hombre y la mujer que lo acompañaba pasaron de la discusión a la muerte.

Él, de oficio taxista, disparó tres veces sobre el cuerpo de Martha Rentería Carrizales de 37 años; después se disparó en la cabeza.

Como único testigo quedó el arma calibre .38 que aún sostenía en su mano derecha.

El caso, catalogado como “crimen pasional”, fue solo una nota roja más en los medios locales, sin embargo, dejó varias preguntas al aire: ¿Por qué el taxista tenía el arma? ¿Cómo la adquirió? ¿De dónde provino la pistola? ¿Tenía permiso para portarla? ¿Se cometieron otros actos violentos con ella?

Las respuestas difícilmente las conoceremos dada la situación del tráfico de armas en el país. No se sabe cuántas armas son introducidas de manera ilegal a México y  por ende, se desconoce cuántas personas, criminales o no, las compran y llevan consigo. La única cifra que es cercana a la realidad, es la del número de muertos que diariamente causan.

La investigadora, Magda Coss Nogueda, plasmó en su libro Tráfico de armas en México (Editorial Grijalbo) esta situación, y expone que más que un problema relacionado con el narcotráfico, la posesión de armas y las consecuencias de éstas, son una problemática que viene desde que forjamos la identidad del país.

“(El arma) tiene presencia a lo largo de la historia y de la construcción de la identidad de lo mexicano, por ejemplo, en las expresiones culturales, en la clase política, en los corridos, en las literatura o pintura; sabemos de muchos personajes de nuestra historia que siempre traían la pistola y la utilizaban en un sentido de normalidad”, comenta en entrevista a LA ROCKA.

Por ello, aunque los asesinatos en los que se usa armamento han aumentando espantosamente por la situación del país, Magda Coss añade que no se deben olvidar los incidentes que terminan como el caso de la Colonia Las Margaritas, en el que quizás si el taxista no hubiera tenido el arma, probablemente otra historia se contara.

“La intención de mi libro es recuperar estas historias que son invisibles, que no se cuentan en los grandes medios de comunicación, que las vemos normales y que pasan todos los días en el contexto más cotidiano y que no tienen nada que ver con los enfrentamiento y tiroteos.

“Es una situación que se repite en todas las clases sociales de México; hay muchas historias de parejas, familias (ultimadas con armas de fuego) resultado del maltrato y violencia, y pocas veces ocupan los grandes titulares. Esto sucede y los ciudadanos estamos expuestos a ella y es la violencia sobre la que sí podemos hacer algo. Podemos ser conscientes y responsables”.

Según la Encuesta de Seguridad Nacional aplicada en 2008 por el Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia, uno de cada cinco hogares en el país guarda un arma de fuego, es decir, 11. 5 millones de personas confirman que poseen un arma, así lo publica la autora en Tráfico de armas en México.

Las consecuencias de ello pudieran ser graves. En el libro Magda Coss advierte que “en los adolescentes que viven en hogares donde hay un arma, aumenta 16 veces la posibilidad de que se comenta un suicidio; de los jóvenes que terminaron con sus vidas con una pistola, el 82 por ciento consiguieron el arma en sus hogares. Además, es 43 veces más probable que el dueño del arma mate a un conocido, que a un extraño, en defensa propia”.

Pero aun con las estadísticas, el pensar de la población mexicana es otro. Casos como el de Don Alejo, el hombre que perdió la vida cuando defendía su rancho en las inmediaciones con Tamaulipas, despertó el interés de la ciudadanía por conseguir un arma para protegerse así mismos y a su seres queridos, sin embargo, raras veces un arma puede cumplir con dicho objetivo, menciona la autora:

“El resultado es fatal en la mayoría de los casos, o dan la vida enfrentándose a los grupos del crimen organizado o han sido víctimas de represalias. Pese a que no tiene un resultado “feliz”, mucha gente lo aplaude como heroísmo, como si armarse y confrontar a grupos criminales fuera una opción”.

Por increíble que parezca, en ciudades en las que NO hay guerras ni conflictos armados hay un mayor índice de muertes como consecuencia de la violencia armada. Por ejemplo, en México un factor que ha influido en la violencia con armas de fuego, es la intolerancia.

“Cuando existe la proliferación de armas todos estamos expuestos a recibir una bala. Estamos acostumbrados a ver las armas de fuego en contexto de narcotráfico, policía, violencia, pero también hay otros contexto más cotidianos en los que también aparecen las armas  y que también tienen desenlaces trágicos.

“Como cuando se utilizan dentro de una discusión intrafamiliar o diferencias con gente más cercana, discusiones sobre dinero, sentimentales, casos de celos. Sucede con frecuencia que los niños o jóvenes toman las pistolas para jugar con ellas o enseñárselas a sus amigos y terminan lastimándose o lastimando a alguien más”.

Basándose en investigaciones, Maga Coss Nogueda plantea en su libro, que diariamente podrían estar ingresando al país alrededor de 2 mil armas de fuego ilegales, la mayoría proviniendo de Estados Unidos.

¿Quién será el responsable del grave problema, la corrupción mexicana o las ligeras leyes de Estados Unidos respecto a la compra de armas? La colaboradora de la campaña mundial Armas Bajo Control, expone:

“Debería ser una responsabilidad compartida, porque como se ha visto en las investigaciones de las autoridades, hay corrupción en ambos lados de la frontera. Hay ciudadanos americanos que compran armas para el narcotráfico y muchas veces no lo saben,  pero el fácil acceso que hay para pasarlas repercute también en las muertes de México”.

Esperar que los países involucrados en el tráfico ilegal de armas resuelvan la situación, resulta más complicado que dar a conocer a la ciudadanía las consecuencias de poseer un arma. La periodista, menciona que el aspecto social y cultural en los mexicanos es de suma importancia para contemplar un país libre de muertos… y pólvora.

“Hay que crear nuevos modelos de masculinidad y enseñar a los chicos a convertirse en hombres, pero no a través de la violencia y el uso de las armas. (A los hombres) Estamos demandándoles que sean proveedores de nuestra seguridad y eso los está orillando a hacerse de un arma para cumplir con el papel que la sociedad les dice que tienen”.

Datos de fuego

– En el mundo hay 875 millones de armas de fuego.
– Más de 740 mil personas mueren cada año en el mundo como consecuencia de la violencia armada, de las cuales, 490 mil mueren en zonas en las que no hay guerras ni conflictos armados.
– México ocupa el lugar número 14 a nivel mundial en homicidios cometidos por armas de fuego.
– De 2000 a 2008 entraron al país 5 millones de armas ilegales.
– Por cada dos armas que decomisan, podría haber 25 más disponibles para su venta.

 

Entrevista publicada en La Rocka #138

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